La importancia de la publicidad en nuestras vidas

El “impacto” de nuestro trabajo

Voy a comenzar con una confesión: las personas que trabajamos en publicidad, diseño o comunicación somos unas flipadas. Tan flipadas que llamamos película a un spot, brainstorming a un café y briefing a un email de 3 líneas. Peña que nos venimos tan arriba que decimos wip, asap o efecto WOW en lugar de estoy en ello, cuanto antes o sorprender. Esa clase de gente somos. Pero lo que más me flipa de lo flipadas que somos las personas que trabajamos en comunicación o diseño es lo que nos gusta IMPACTAR.

No nos conformamos con informar, con aconsejar, acompañar, entretener, convencer o con vender. Nos flipa el impacto. Las presentaciones, con impacto. Las ideas, impactantes. Las imágenes, la música, los sonidos,… ¿Las frases? con impacto mejor que con gancho, por favor.

Por eso no es extraño que midamos nuestro trabajo en eso, en impactos.

Por ejemplo, los 6.000 impactos publicitarios diarios que recibe una persona cualquiera. Eso son muchos impactos. Con muchos menos, un jugador de la NFL se queda impactado de por vida. O el impacto de nuestra industria en la economía de nuestro país, que es de unos 11.000 millones de euros. ONCE MIL MILLONES, o sea un impacto del 1,01 % en el PIB y de unos 100.000 puestos de trabajo. Lo sabe poca gente, seguramente porque venirnos tan arriba, a veces nos juega en contra y el humo de tanto impacto, tanto WOW, tanto wording y tanta tontería no deja ver la relevancia de nuestro trabajo.

A veces, ni siquiera a nuestros clientes.

Porque a veces el WOW no deja ver el compromiso por dar a conocer un producto, un servicio o una marca que merecen la pena. O la dedicación y el cariño necesario para acompañar y comprender a cualquier persona mientras utiliza esa marca, producto o servicio. O la responsabilidad de utilizar el lenguaje y el diseño para generar un cambio positivo en la sociedad.

Así de importante puede llegar a ser nuestro trabajo. Son esos valores los que hacen que realmente pueda llegar a dejar huella. Para lo bueno y para lo malo. En nuestras vidas y en la de los demás. A veces, nos flipamos y creemos en el impacto por encima de todas las cosas, de la estrategia, de la consistencia y nos lanzamos al WOW. Y no, el WOW no debería ser un fin, es una herramienta. Y no, el impacto no debería ser un objetivo (si ni siquiera tiene un significado positivo, por Dios), debería ser una consecuencia del trabajo bien hecho. Porque al final el trabajo que no tiene compromiso, ni dedicación, ni responsabilidad, ni estrategia, ni consistencia se queda en eso: en una flipada en el mejor de los casos. Y en un impacto más de eso 6.000 diarios que vamos esquivando día tras día. Y si un impacto no deja huella, no es un impacto es un tiro fallido.

Voy a acabar con una convicción: tenemos suerte. Nuestro trabajo va de algo mucho mejor y más digno que generar impacto, va de informar, aconsejar, acompañar, entretener, convencer y vender.

¿Qué sería del mundo sin personas que, de vez en cuando, lo hicieran bien?

 

 

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